Pensaste que esto era una buena idea.
Yo también lo pensé.
Coincidimos en muchas cosas.
Incluso hasta en la extraña manera
de estar locos
y en esa manera absurda
de no entendernos,
pero entendernos igual.
He estado caminando
por el borde de un agujero.
No logro identificar
si estoy en el borde interno
o si voy a caer hacia afuera.
¿Cuánto sentido está dejando de tener
esto que estoy diciendo?
Todo es relativo,
ya lo sabes.
Incluso si estás ahí,
viéndome desde tu marco de referencia
en donde consigues una relativa absolutez.
Ya hasta uso
tus palabras rebuscadas
que realmente no son tuyas.
Lo que siento es
el antónimo de certeza
pero no me sé la palabra.
Ningún adjetivo
parece encajar aquí,
aunque se que lo que busco
es un sustantivo.
03 septiembre 2019
26 septiembre 2018
Involución.
Le escribía palabras de amor
que no quiso leer.
Le dediqué melodías
que le dio flojera oír.
Lo hallaba en pensamientos
en los que no le interesaba estar.
Le guardé besos
que nunca le importó recibir o merecer.
Le regalé tiempo
que no demostró valorar.
Le ofrecí detalles
que no pretendió notar.
Imaginaba escenas
en las que le habría dado igual participar.
Inventé conversaciones
que nunca tendríamos.
No es su forma de ser.
Y con el pasar de los días,
y con el peso de su indiferencia,
me quebré por dentro,
y caí de rodillas.
Tal fue el impacto
que me vacié de lágrimas,
y me llené de tristeza.
Me hundí en soledad,
y cuestioné mi importancia.
No entendía nada,
El silencio no me dejaba respirar.
Tuve miedo de perderme, perdiéndolo.
Estar conmigo misma
me rompía por dentro.
No me soportaba por suficiente tiempo.
Le di mas poder sobre mí del que yo misma tengo.
Definitivamente,
debo aprender cuánto es "suficiente".
que no quiso leer.
Le dediqué melodías
que le dio flojera oír.
Lo hallaba en pensamientos
en los que no le interesaba estar.
Le guardé besos
que nunca le importó recibir o merecer.
Le regalé tiempo
que no demostró valorar.
Le ofrecí detalles
que no pretendió notar.
Imaginaba escenas
en las que le habría dado igual participar.
Inventé conversaciones
que nunca tendríamos.
No es su forma de ser.
Y con el pasar de los días,
y con el peso de su indiferencia,
me quebré por dentro,
y caí de rodillas.
Tal fue el impacto
que me vacié de lágrimas,
y me llené de tristeza.
Me hundí en soledad,
y cuestioné mi importancia.
No entendía nada,
El silencio no me dejaba respirar.
Tuve miedo de perderme, perdiéndolo.
Estar conmigo misma
me rompía por dentro.
No me soportaba por suficiente tiempo.
Le di mas poder sobre mí del que yo misma tengo.
Definitivamente,
debo aprender cuánto es "suficiente".
05 septiembre 2018
Escápate conmigo
Regálame el placer de huir conmigo. Permíteme ocultarme detrás de tu sonrisa mientras los engañas a todos diciendo que no sabes dónde estoy.
Corramos hacia un lejano lugar, donde a nadie le importe cuánto me tarde en contar tus pecas infinitas, por si en algún momento me pierdo y debo empezar de nuevo.
Juguemos póquer detrás de mis suspiros para entretenernos.
Hazme el amor bajo las estrellas en ningún lugar y en todos a la vez.
Escápate conmigo al amor.
Corramos hacia un lejano lugar, donde a nadie le importe cuánto me tarde en contar tus pecas infinitas, por si en algún momento me pierdo y debo empezar de nuevo.
Juguemos póquer detrás de mis suspiros para entretenernos.
Hazme el amor bajo las estrellas en ningún lugar y en todos a la vez.
Escápate conmigo al amor.
22 junio 2018
Ruido
Cada vez que mi mente deja de hacer ruido, apareces tú.
En ese silencio que tanto me aturde y que me saca lágrimas con solo asomarse, estás tú.
Revuelto en un inmensurable mar de pensamientos, estás tú.
Dentro del caótico mundo en mi mente, estás tú.
Nunca has dejado de estar.
Cuando quiero escapar de mí misma, apareces tú, a la vuelta de la esquina, en el borde de alguno de mis extraños pensamientos, meciendo tus piernas mientras estás sentado cómodamente en el tope de cada una de las palabras que trato de usar para ocultarte.
Y lo peor de todo es que, a veces, cuando logro esconderte de mí, empiezo a extrañar extrañarte.
Eres una de esas alteraciones incontrolables dentro de mi mundo caótico. Quisiera no tenerte, pero estás ahí. Tú siempre estas ahí. Y aunque quisiera que no fuera así, quiero que sigas estando.
Por lo menos dentro de mi mente puedo hacer ruido para no oírme hablar de ti mientras te veo con nostalgia, preguntándome si algún día sabrás todo lo que he querido decirte y escribirte.
Preguntándome si algún día leerás esto... Mientras hago ruido...
En ese silencio que tanto me aturde y que me saca lágrimas con solo asomarse, estás tú.
Revuelto en un inmensurable mar de pensamientos, estás tú.
Dentro del caótico mundo en mi mente, estás tú.
Nunca has dejado de estar.
Cuando quiero escapar de mí misma, apareces tú, a la vuelta de la esquina, en el borde de alguno de mis extraños pensamientos, meciendo tus piernas mientras estás sentado cómodamente en el tope de cada una de las palabras que trato de usar para ocultarte.
Y lo peor de todo es que, a veces, cuando logro esconderte de mí, empiezo a extrañar extrañarte.
Eres una de esas alteraciones incontrolables dentro de mi mundo caótico. Quisiera no tenerte, pero estás ahí. Tú siempre estas ahí. Y aunque quisiera que no fuera así, quiero que sigas estando.
Por lo menos dentro de mi mente puedo hacer ruido para no oírme hablar de ti mientras te veo con nostalgia, preguntándome si algún día sabrás todo lo que he querido decirte y escribirte.
Preguntándome si algún día leerás esto... Mientras hago ruido...
07 marzo 2018
Pero...
Es difícil hablar con alguien cuando no sabes qué decir, y
probablemente esa persona no tenga ningún interés en saber lo que quieres
decirle.
En algunos momentos, no darme tiempo suficiente para superar
algo, es lo mejor que puedo hacer. En esta ocasión, fue la estupidez más grande
que pude haber hecho. Bullshit. Lo único que logré fue postergar el llanto.
Ni siquiera entiendo qué hice. No
sé en qué momento dejó de ser una alegría compartir su tiempo conmigo y se
convirtió en algo tan vacío que cuando empezó a sentir ganas de no existir, nada bastó para suprimir esos pensamientos de su mente.
Y me duele, porque quisiera haberlo sabido antes para
intentar cambiarlo. Quisiera haberlo notado para que dejara de pasar. Pero ya
no puedo, y tengo un nudo en la garganta que decidí ignorar por demasiado
tiempo, así que ahora es mas tarde que nunca.
Después de todo, ahí estaba yo, exigiendo algún tipo de
consideración hacia mí cuando quien necesitaba un muro de contención, era él. Y
no me di cuenta. Maldita sea, no me di cuenta, porque él fingía normalidad
perfectamente.
Y me duele, porque bajo sus sonrisas y su tranquilidad, él
se estaba quebrando y no lo vi. Y lo que le di, no bastaba para mejorar nada.
Me duele no haber sido suficientemente fuerte para sostenerlo
cuando estaba roto y trataba de recomponerse.
Realmente, no sé si en algún momento trató de recomponerse,
pero pude haber estado ahí, vigilando que por dentro no cayera de rodillas ante
el mundo mientras por fuera me regalaba una sonrisa.
Pero no sabía, y después de todo este tiempo, sigue doliendo
no haber sabido.
Mientras tanto, tu sigues ahí, existiendo.
03 mayo 2017
Imaginación no desgastada.
Después de tanto auto-engañarse, se dio cuenta de que lo estuvo esperando por años.
El momento había llegado, y se había esforzado tanto en negarse a sí misma que lo estaba esperando que cuando sucedió, y por fin en su mente aceptó que lo deseaba, no sabía cómo actuar.
- Hace tanto tiempo que no estábamos tan cerca.
- Hace años, ¿no?.
- Aunque la última vez para mí fue hace meses, en un sueño.
- ¿Sueñas conmigo?
- A veces.
- ¿A veces? ¿Qué tan a veces?
- Justo ahora no tengo idea, solo sé que hace poco estabas ahí.
- ¿Y qué hacíamos?
- Bueno, yo estaba durmiendo, sino, ¿cómo habría estado soñando contigo?
- Muy graciosa. No entiendo por qué eres tan odiosa siempre. Pero no necesariamente necesitas estar dormida para soñar. ¿Nunca has soñado con los ojos abiertos?
- Justo en este momento creo que está pasando. – Volteó para que Leo no viera la media sonrisa que se dibujó en su cara mientras estaba sonrojada levemente.
- Quizá, pero nunca he sabido si dos personas pueden soñar lo mismo al mismo tiempo.
Ella estaba segura de que su corazón palpitaba tan rápido que la vibración que generaba podía oírse fuera de sí.
Empezó a observar a su alrededor: Había una señora cargando un bebé de unos 3 años que estaba a punto de sucumbir ante el sueño. Intentó no verlo fijamente a los ojos porque recordó que días antes le dijeron que ver a un niño a los ojos cuando está a punto de dormir, lo activaría de nuevo «son como dementores de energía, los ves y se despiertan de nuevo». Intentó disimular la risa que le generó el recuerdo mientras quitaba la vista rápidamente.
- ¿De qué te ríes?
Ella lo vio de reojo mientras definía en qué persona centraría su atención ahora. En seguida notó a un muchacho de apariencia rebelde. Su cabello estaba despeinado y aparentemente sucio.
No. Definitivamente sucio.
El joven estaba moviendo sus labios cantando con mucha inspiración, pero en silencio, la canción que estaba oyendo. Podía ver sus audífonos salir desde adentro del cuello de su franela y llegar a sus orejas. Se quedó inmutada viendo cómo se movían los labios del chico rebelde mientras trataba de descifrar qué canción escuchaba. La curiosidad es una de sus principales virtudes, o defectos «depende del punto de vista» decía cada vez que hablaba al respecto.
Le encantó la franela que el muchacho tenía puesta. Decía “Coco Bongo”, en seguida pensó en el local donde la protagonista de la película “La Máscara” bailaba. Nunca supo si la parte trasera de la franela tenía algo pero tuvo la esperanza de que, en caso de tenerlo, fuera referente a la película que le recordó. Volvió de nuevo a concentrarse en los pálidos labios del muchacho, que ahora parecían haber cambiado de ritmo y cuyo cabello ahora contrastaba más con su piel, pues, esta vez, sí se había fijado en el tono de piel.
«Seguramente está cantando una canción que no he oído», pensó, y justo cuando iba a voltear de nuevo hacia Leo, él tomó su quijada con sus dedos índice y pulgar, y giró su cara de tal manera que quedaron frente a frente, enormemente cerca.
Es curioso cómo un espacio tan minúsculo puede sentirse tan grande.
Suspiró.
- Yo quisiera que vieras mis labios como veías los suyos.
- Nunca pensé que quisieras eso de mí.
- Yo tampoco, acabo de descubrirlo.
Definitivamente la vibración que generaba la rapidez de los latidos de su corazón era algo que todos podían notar, o por lo menos, así lo sentía ella.
Sonrió nerviosa sin saber qué más hacer.
Sonó el timbre que indicaba el cierre de puertas del tren en cada estación. Un bululú de gente se montó en el vagón a empujones, lo que hizo que todos tuvieran que moverse para ordenarse mejor en el espacio disponible. Ellos quedaron frente a frente con absolutamente ninguna posibilidad de cambiar de posición.
- ¿Te da pena verme?
- Para nada. ¿De dónde sacas esa idea tan tonta?
- Entonces, prefieres mirar el piso que verme a mí, supongo.
Ella levantó la mirada y lo vio a los ojos.
- ¿Alguna vez me ha intimidado tu mirada?
- No sé, dime tú.
- Eso pasa cuando hay cosas diferentes. ¿Hay algo diferente en tu mirada esta vez como para intimidarme a mí?
- “A mí” – la imitó, tratando de poner voz aniñada – verdad que eres tu quien suele intimidar a la gente.
- La gente se intimida sola, basta una mirada resistente y una persona que se crea lo suficientemente valiente como para intentar resistirla.
Se vieron fijamente a los ojos como si hubiesen empezado una de esas tontas guerras en las que el primero que quite la mirada, pierde.
Ella estaba sonriendo por dentro. Le encantaba la situación, pero no lo demostraba demasiado para que él no lo supiera.
Había un toque de intensidad en la mirada de Leo que la dejó hipnotizada. Ahí estaba, embelesada viendo esos ojos marrones brillantes que parecían sonreír solos la mayoría del tiempo. Estuvo evitando durante mucho tiempo, verlos fijamente tan de cerca, pues la última vez que lo hizo esa mirada le emitió un boleto de ida a un paraíso que realmente no le pertenecía a ella.
Esta vez había un poder magnético intenso y casi irresistible que parecía estar llevándola al borde de su fuerza de voluntad. Ese límite placentero que existe entre lo que no haces, aunque quieras, porque sabes que no debes, y lo que haces porque quieres, aunque sabes que no debes. Vaya prueba para una persona con la fuerza de voluntad comparable con el tamaño del cerebro de una hormiga.
Su único trabajo era quedarse ahí, inmóvil, ganando la guerra de miradas. No podía dejarse vencer por su imaginación, trabajo difícil por demás.
Llevaba todo el rato imaginando el calor de los labios que estaban frente a ella. Casi podía sentirlos como si ya los hubiese probado antes. Claro, los había probado antes y no había querido olvidarles. Precisamente por eso, era en lo único en lo que podía pensar en ese momento.
Sentía esa tibieza provocada por el calor corporal de Leo, que siempre estaba ahí. Había pensado más de una vez «seguramente así se sentía Bella Swan cerca de Jacob». No había manera de olvidar la sensación que generaba él en ella, más aun cuando estaban así de cerca. Eran unas enormes ganas de comérselo por completo a besos, no había otro verbo que lograra describir la sensación de una mejor manera. Y cada vez que lo hizo en el pasado, le generaba una calma absoluta y a la vez una tormenta de sensaciones caóticas que no podía describir, controlar o evitar. Mucho menos entender. Al fin y al cabo, tampoco quería controlarla ni evitarla, y por describirla no se preocupaba pues no importaba si lo hacía a la perfección, nadie podía ser capaz de entender el sentimiento si no lo sentía personalmente. Ahora, entenderla era otro asunto. Era su propia versión inexplicable de la Santísima Trinidad. ─Imaginen el nivel de complejidad e importancia que tenía todo eso para ella como para compararlo con la Santísima Trinidad.─
Se dio por vencida, diría que a propósito, y se dejó llevar por la tentadora oferta que estaba frente a ella, moviéndose con ligereza entre el enorme pero minúsculo espacio que había entre ellos. Él hizo lo mismo. Ni siquiera se notó la distancia que tuvieron que recorrer sus bocas para tocarse por fin, después de haberse torturado mutuamente por menos de dos minutos.
Definitivamente era la sensación adictiva que recordaba. Quizá hasta mejor. Flotaba en un espacio perfecto lleno de estrellas, inundado de calma y con tanta liviandad que le hacía sentir culpable sentirse tan bien. Le movía la fibra y ella no podía hacer nada para evitarlo, porque incluso el más mínimo esfuerzo por evitarlo o ignorarlo sería en vano. Ya lo había intentado años atrás sin conseguir el resultado esperado.
Despertó de golpe por un brusco ladrido de su perro, que prácticamente le exigía levantarse para llevarlo al baño.
Ustedes entenderán, un perro también tiene sus necesidades.
17 agosto 2013
Crap!
Estuve andando
tantas veces por tu mirada, que sentí que me había enamorado de mi reflejo en
ella, hasta que un día me detuve a pensar y me di cuenta de que no era mi
reflejo, sino tu manera de verme lo que me enamoraba. Es tu mirada la culpable
de todo esto.
03 junio 2012
Día uno. Parte I
Estaba escondiendo mis manos. Sentía que sin tocarlo percibiría la frialdad de mis dedos. Mis yemas moradas por el frío se escondían bajo la capa de pintura carcomida, partida, pelada -y obviamente descuidada- de mis uñas. Me sentía temblar y no sabía si el lo sentía también.
Su cara estaba dirigida hacia el frente, cuestión beneficiosa para mí porque así no me pillaba mirándolo de reojo para fijarme en cada detalle. Nuestros brazos tocaban y se sentía la inmensa calidez de su piel tibia en contraste con mi helado tacto. Su piel blanca provocaba palparlo para sentir que era real.
Las luces de la pantalla alumbraban su rostro y la sombra de sus labios los enmarcaba perfectamente. Deseé rozarlos.
Ladeó su cara en dirección a mi y en seguida fijé mi vista en la película que tanto quería ver. Esperaba que no me hubiera visto mirarlo, aunque en la oscuridad del cine y la sombra que causaban mis lentes, se volvía casi nula esa posibilidad.
Estuvo así por un rato y lo imaginé haciendo lo mismo que yo. No sabía si lo hacía, pero de todos modos moví mis labios delicadamente con la sutil intención de provocar en él el mismo deseo que yo sentí por los suyos. En mi mente se entretejían cosas que, sin saber si eran ciertas, me emocionaban de una manera sensacional.
Su brazo se resbaló detrás de mi cuello. Esa movida de película tan cliché que estaba deseando tanto. Se sentía su perfume tan cerca que quise dormir oliéndolo para no olvidarle.
26 octubre 2011
Fui yo quien se secó.
Te encuentras ahogada y quieres gritarle a todo el mundo lo que sientes pero un maldito nudo en la garganta no te deja respirar. Deseas cerrar los ojos para que al abrirlos todo esté bien, pero sólo consigues entre las infinitas sensaciones, el frio de una triste y miserable lágrima que recorre tu mejilla hasta llegar a la comisura de tus labios. Sientes su salado sabor, que se convierte en algo amargo. Arde en tus labios partidos por la resequedad.
Has llorado tanto sin reponer nada; no hay cosa que concilie tu sueño, no puedes pensar en nada, no tienes cabeza. Sólo hay un espacio lleno de tristeza, y para dejarlo vacio, sólo quieres llorar. Piensas que la nada será más cómoda que esta torturante amargura de la que no te has logrado deshacer.
Cada destelleante recuerdo es una punzada más que no tienes derecho a sentir pero que, aún, asi se clava hasta desgarrarte. Sabes lo que pasa pero no quieres que tu conciencia lo asimile para no hundirte en lo profundo de la situación. Es una estupidez TAN AMARGA Y TRISTE que se vuelve todo lo que sientes y has de sentir en algun tiempo.
No sabes por qué en ti se hace tan grande la consecuencia de tus acciones. Quizás por saber que son tu culpa, hecho que te produce aún más tristeza y ansias de vaciedad. Sosegada, con los labios blancos y partidos, descansan tus ojos sobre sus cuencas mirando hacia el infinito, habiendo en tu corazón y tu mente, el único deseo de seguir llorando para espantar la tortura de dicha tristeza, ahogada en la desesperación de no hallar más lágrimas en ti para dejar correr tantos sentimientos...
Sin descanso, la gloria de esta pena se vislumbra infinita.
01 agosto 2011
Cosas que leo en Facebook.
Rondando por FACEBOOK me encontré con una nota bastante EXTRAÑA y que me dio mucha risa. La vi porque fue comentada por uno de esos tipos "nulos" (pero conocidos) que uno agrega y me dio curiosidad por el nombre que decía "La ignorancia y sus consecuencias (para adultos)" y la quise compartir. Léanla :)
"Siempre he sostenido que la inteligencia de nosotros los humanos es fantásticamente baja, estoy convencido de que un paramecio es más inteligente que cualquiera de nosotros, pero por si eso fuera poco, nuestra ignorancia cuyas proporciones son auténticamente bíblicas, es verdaderamente, de miedo. La combinación de ambas cosas y de nuestra extrema prepotencia (nos creemos sabios e inteligentes) tiene consecuencias que casi siempre generan un enorme sufrimiento. Afortunadamente, de vez en cuando las consecuencias terminan siendo humorísticas como en los dos casos que quiero recordar acá. Las dos historias que voy a contar son auténticas (ojala tuviera la inteligencia para inventar algo así) y sin más preámbulos allá voy:
Una amiga compartió mi apartamento por un tiempo mientras conseguía una vivienda para mudarse. Durante esa época, conoció a un joven que inmediatamente comenzó a cortejarla buscando sus favores, la chica me contó de su interés por el pretendiente, pero mostraba cierta preocupación por su poca experiencia en comparación con la del personaje que aparentaba ser un hombre de mucho mundo. En fin la chica aceptó una invitación sabiendo cuál iba a ser su posible desenlace e inmediatamente se encontró convertida en víctima de mis bromas-instrucciones. Yo le decía hazle esto y aquello, lo de más allá, la "vueltita verde", etc. Llegué inclusive a comprarle un pequeño libro con un título que sonaba algo así como "206 maneras de enloquecer a su hombre en la cama".
Lo cierto del caso es que llegó el gran día y yo no había cesado de tomarle el pelo a mi amiga, aunque eso si, insistí muy en serio en el tema de la profilaxia sexual. Cuando mi amiga salía por la puerta del apartamento le dí una última instrucción a todo pulmón (y no con este lenguaje) -Hey XXXXX, si le vas a dar sexo oral no olvides "ponerte un condón"- (las comillas si son exactas). Bien, la chica se fue a su paseo y como a las dos de la madrugada llegó a casa y abrió la puerta de mi habitación gritándome: -Hijo de puta! Qué pena me has hecho pasar coño!!!!- yo medio dormido trataba de entender lo que ocurría y ella muy indignada encendió la luz para darme el tercer grado. Cuando al fin estuve despierto logré entender lo que trataba de decirme y el cuento era el siguiente:
-Mario, el tipo se rió con lo que mi hiciste hacer. Yo le iba a dar sexo oral y recordé todos tus consejos así que abrí un paquete de preservativos y traté de ponerme uno en la lengua pero no podía y el tipo se moría de la risa-
La otra historia:
Entre las muchísimas cosas que se utilizan en las compañías de generación y distribución de energía eléctrica puede contarse un lubricante, cuyos componentes desconozco, cuya textura y color son similares a la vaselina y que se utiliza para ensamblar unas piezas que deben funcionar al aire libre.
Pues bien, un técnico de una de estas compañías decidió robarse un sobrecito del lubricante y al terminar su día de trabajo se fue feliz a casa a bañarse, vestirse y perfumarse para una salida con su novia, se fueron a la discoteca, bailaron, bebieron unos tragos y, a un hotel. Luego de un rato de fore play, el tipo sacó muy orondo el sobrecito, lo abrió y aplicó generosas cantidades de lubricante en los sitios apropiados para garantizar una deliciosa sesión de sexo anal. Increíblemente el efecto instantáneo no fue el que yo hubiera imaginado, alguna reacción terrible en la humanidad de los participantes, quizá inclusive daños que hubieran llevado a alguna amputación, sino algo de poca malignidad aunque no por ello menos dramático e inesperado. El lubricante actuó mucho mejor de lo esperado relajando totalmente el esfínter de la chica al punto que la pareja quedó totalmente cubierta ya sabemos de qué.
Como conclusión de esta historia, creo que alguien debería comunicarle a la compañía que produce el lubricante los efectos de este sugiriendo crear una versión más suave y perfumada para que diversifiquen sus intereses y comiencen a penetrar el mil millonario mercado de los juguetes para adultos."
Yo aún me pregunto si la segunda historia sea real, pero da lo mismo, es lo suficientemente random como para imaginármelo y reírme bastante.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)